La oveja perdida y las ovejas guardadas: Exégesis de Lc 15 a la luz de Ezequiel 34 de la versión de los LXX y el texto hebreo
Introducción
La famosa parábola de la oveja perdida (Lucas 15,4-7) es uno de los relatos más entrañables y conocidos del Nuevo Testamento. Sin embargo, su trasfondo veterotestamentario no siempre es tenido en cuenta con la profundidad que merece. Este artículo propone una exégesis de la parábola desde su raíz en Ezequiel 34, centrándose especialmente en las diferencias de traducción y teológicas entre el texto hebreo masorético (MT) y la traducción griega de los Setenta (LXX), y cómo esta última influyó probablemente tanto en la redacción evangélica como en el mensaje del mismo Jesús histórico.
1. Ezequiel 34: ovejas perdidas, ovejas opresoras
El capítulo 34 de Ezequiel presenta un discurso profético contra los "pastores de Israel" que han explotado y dispersado al rebaño. Esta dispersión, provocada por la negligencia y corrupción de los líderes, se manifiesta históricamente en el exilio a Babilonia. Así, las "ovejas perdidas o dispersas" representan a los judíos exiliados, y el texto afirma que Dios mismo será quien las haga regresar del destierro para restaurarlas en su tierra y renovar su vínculo de alianza. Dios, como Pastor verdadero, promete buscar, reunir y pastorear a sus ovejas (Ez 34,11-16). La imagen pastoral es aquí símbolo de la restauración nacional y espiritual tras la catástrofe del destierro. "A la perdida buscaré, a la descarriada haré volver, a la herida vendaré y a la enferma fortaleceré; pero a la gorda y a la fuerte destruiré; las apacentaré con justicia." Este versículo contiene un juicio severo contra las "ovejas gordas y fuertes", quienes representan a los miembros poderosos de la sociedad que han abusado de las débiles. El juicio divino incluye su exterminio como acto de justicia.
2. La versión de los Setenta: un cambio sutil pero profundo En la traducción griega de los LXX, el mismo versículo se traduce: "Lo perdido buscaré, lo extraviado haré volver, lo roto vendaré, lo débil fortaleceré, y a lo gordo y fuerte lo guardaré; los apacentaré con juicio."
La diferencia principal radica en el uso del verbo griego "φυλάξω" (phylaxō), que significa "guardar, vigilar, proteger". En lugar de destruir a las ovejas fuertes, el LXX sugiere que serán controladas o pastoreadas con firmeza, pero no aniquiladas. Este cambio suaviza el juicio y abre la puerta a una lectura más misericordiosa e inclusiva del rebaño.
Este matiz puede deberse a la situación de los judíos de Alejandría, quienes posiblemente se sintieron identificados con las "ovejas gordas" que prosperaron durante el exilio y no regresaron a Jerusalén. Al reconocerse en este perfil, la traducción griega de Ezequiel pudo haber optado por una versión menos condenatoria y más integradora.
3. La parábola de la oveja perdida en Lucas 15: Jesús, al narrar la parábola, se presenta implícitamente como el Buen Pastor que deja las 99 ovejas en el desierto para ir en busca de la que se ha perdido. Cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros con alegría. El clímax está en la aplicación teológica de Lucas:
"Habá habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan conversión" (Lc 15,7).
A diferencia del texto hebreo de Ezequiel, las ovejas gordas o que no están extraviadas, no son culpables ni objeto de juicio. Son simplemente los que ya están seguros en el redil. El énfasis cae sobre la misericordia activa y la alegría por el reencuentro.
4. Giro hermenéutico del exilio histórico al exilio espiritual: En Ezequiel, las ovejas perdidas son una metáfora del pueblo exiliado, dispersado por culpa de sus pastores. En Jesús, la oveja perdida representa al pecador individual que se ha alejado de Dios, no por opresión externa, sino por extravío interior. El exilio deja de ser político o geográfico, y pasa a ser espiritual y moral.
Este cambio hermenéutico no niega la tradición profética, sino que la reinterpreta a la luz del Reino de Dios y de la experiencia de la conversión personal. La imagen del pastor que busca y salva no pierde su potencia, sino que se universaliza.
5. Una exégesis a la luz de la tradición: Es posible que Jesús haya conocido, directa o indirectamente, la lectura griega de Ezequiel. Su estilo parabólico coincide con la teología de los LXX más que con la versión hebrea: no hay castigo para las ovejas gordas o que están en el redil, sino gozo por la recuperación de la oveja extraviada. La redacción lucana subraya aún más esta visión inclusiva.
Conclusión La parábola de la oveja perdida no solo transmite un mensaje de misericordia, sino que se inscribe dentro de una tradición profética reinterpretada. Desde el juicio a los malos pastores de Ezequiel hasta la alegría de Dios por el pecador arrepentido, hay una línea de continuidad que se suaviza en los LXX y alcanza su plenitud en Jesús. La oveja perdida, entonces, no es sólo una figura de extravío moral, sino la manifestación de un Dios que no se resigna a perder a ninguno de los suyos, ni siquiera al más alejado.
Saludos
Luis Breña
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