“Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mt 6,4.6.18).
Esta expresión, lejos de ser un mero recurso literario, actúa como un estribillo teológico y narrativo que Jesús emplea para revelar la esencia de una vida auténticamente espiritual. A través de este estribillo, el Maestro nos introduce en una comprensión profunda de Dios, de nosotros mismos y del modo en que se debe vivir la fe.
La piedad judía desde la visión de Jesús
El capítulo 6 del Evangelio de Mateo presenta tres actos fundamentales de piedad judía: la limosna, la oración y el ayuno. Cada uno sigue un mismo esquema: advertencia contra la ostentación hipócrita, crítica a quienes buscan la aprobación de los demás, instrucción alternativa centrada en el actuar en lo secreto, y una conclusión con el estribillo: “Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”. Este patrón se repite como un sello espiritual que orienta al discípulo hacia el centro de la vida cristiana: no actuar para ser visto por los hombres, sino para estar con el Padre que ve en lo oculto.
Jesús no dice “Dios” ni “el Señor”, sino “tu Padre”. Este lenguaje transforma radicalmente la relación con Dios. No se trata de un juez lejano ni de un ídolo a quien hay que convencer con ofrendas, sino de un Padre cercano, atento y personal, que conoce a sus hijos más allá de lo que muestran. Dios no necesita apariencias. Él ve donde nadie ve: en el corazón, en la intención, en la motivación más profunda. Este “ver en lo secreto” no es vigilancia, sino mirada amorosa. Es el Dios que no se deja impresionar por los aplausos, sino que acoge lo pequeño, lo humilde, lo escondido.
La recompensa que promete no es una paga externa. No es fama, ni éxito religioso. La verdadera recompensa es la relación misma con el Padre, la transformación interior, la libertad de vivir no para agradar a los hombres, sino para habitar en la verdad del amor de Dios.
El estribillo nos invita a mirar nuestro propio modo de vivir la fe: ¿Buscamos agradar a Dios… o a los demás? ¿Nuestra limosna, oración y ayuno brotan de la intimidad con el Padre… o son estrategias para cultivar una imagen piadosa? ¿Nos atrevemos a vivir en lo secreto, o dependemos del reconocimiento exterior?
La habitación interior
Jesús nos propone una espiritualidad centrada en la interioridad, donde el espacio sagrado no es tanto un templo visible, sino el “taméion”, la habitación interior, como lo llama en Mateo 6,6. Ese lugar profundo donde el alma y Dios se encuentran a solas.
La repetición de esta frase no es casual. Jesús quiere que quede grabada en la conciencia del discípulo. Como un mantra que disuelve la vanidad religiosa, este estribillo nos recuerda que el Reino de Dios no es un espectáculo, sino un camino de verdad interior. Allí, en lo oculto, en lo que nadie ve, Dios está esperando. No para juzgar, sino para abrazar. No para exigir, sino para transformar.
“Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” no es solo una advertencia contra la hipocresía. Es una invitación amorosa a vivir una espiritualidad libre, desnuda de máscaras, profundamente enraizada en el misterio de un Dios que habita en lo escondido y que mira con ternura el corazón sincero.
Que este estribillo resuene también en tu vida, como resonó en la del Maestro, y te impulse a cerrar la puerta… no para aislarte del mundo, sino para encontrarte con el único que realmente te ve y te ama en lo más profundo.
Luis E. Breña
TAMELON..es ese lugar sagrado de mi inferioridad, en que mi a.ado Jesús es el invitado especial ..que me hace sentir amada por sus virtudes..de escucharme , dar.e su misericordia ,
ResponderEliminarGracias por compartir (Luis Breña)
Eliminar