Una exégesis narrativa y léxica del conflicto entre Sara, Abraham y Agar-Ismael
El pasaje de Génesis 21,10-14, que narra la expulsión de Agar e Ismael, plantea al lector moderno una tensión ética y emocional. ¿Cómo es posible que Abraham, quien en el capítulo 18 fue extraordinariamente hospitalario con tres desconocidos, ofrezca solo un odre de agua y algo de pan a su propio hijo y a la madre de este, despidiéndolos sin más?
Esta aparente falta de generosidad no responde a un cambio de carácter en Abraham, sino a una tensión narrativa deliberada, que encuentra su clave en el mandato de Sara, refrendado por Dios, y especialmente en el uso del verbo hebreo גָּרֵשׁ (garésh), que indica mucho más que una simple despedida.
El conflicto narrativo
En Génesis 21,9-10 se relata que Sara, al ver que “el hijo de Agar la egipcia, el que le había dado a luz a Abraham, se burlaba” (según algunas traducciones), exigió:
"Expulsa (גָּרֵשׁ) a esta esclava y a su hijo, porque el hijo de esta esclava no ha de heredar con mi hijo Isaac" (Gn 21,10).
La reacción de Abraham es significativa: el texto dice que “le dolió mucho” (v.11), pero no responde ni actúa hasta que Dios interviene y le ordena explícitamente:
"No te angusties por el muchacho ni por la sierva; haz caso a todo lo que Sara te diga..." (v.12).
La acción posterior de Abraham (v.14) es sobria y dolorosa: entrega un pan, un odre de agua, y despide a Agar con su hijo.
El peso del verbo garésh
El núcleo de la dureza en este episodio gira en torno al imperativo garésh (expulsa), un verbo utilizado en otros contextos bíblicos con gran carga legal y existencial. Sus usos incluyen:
-
Divorcio o separación legal (cf. Lev 21,7: “mujer repudiada” = gerushah).
-
Expulsión violenta o forzada (cf. Éx 6,1: Faraón expulsará a Israel con mano fuerte).
-
Expulsión de naciones de la tierra prometida (cf. Sal 78,55).
En este contexto, garésh no significa simplemente “alejar” o “despedir”, sino romper vínculos legales, afectivos y sociales, marcando a Agar e Ismael como definitivamente “fuera del campamento”.
El silencio de Abraham y su obediencia
La narración destaca que Abraham no replica ni negocia. Su silencio remite a otras escenas clave donde también obedece sin diálogo: como en Gén 22, cuando ofrece a Isaac en sacrificio. En ambos casos, la narrativa lo presenta como hombre que actúa en fidelidad a una palabra divina, aun cuando ello le suponga una fractura interna.
Al actuar conforme a garésh, Abraham:
-
Rompe el vínculo legal con Ismael, excluyéndolo de la herencia.
-
No le proporciona bienes, para marcar que ya no es parte de su casa.
-
Confía en que Dios cuidará de él, pues así lo ha prometido:
“También del hijo de la esclava haré una gran nación” (Gn 21,13).
Narrativa de la providencia
Esta sobriedad extrema en la despedida tiene también una función teológica: desplazar la figura de Abraham para que sea Dios mismo quien actúe como protector de los vulnerables. Es Dios quien oye el llanto del muchacho (v.17), quien consuela a Agar, y quien abre sus ojos para mostrarle el pozo en el desierto.
La escena se transforma así en una narrativa de “desposesión providente”: Abraham retira su protección para que la acción salvífica divina se manifieste directamente.
Conclusión
Lejos de representar una degeneración ética del patriarca, la dureza de Abraham en Génesis 21,14 se entiende como una obediencia exacta a una orden divina legitimada por la palabra de Sara, cuya fuerza legal está marcada por el verbo garésh. El relato no busca elogiar la expulsión, sino mostrar que incluso en medio de decisiones dolorosas y rupturas humanas, la promesa de Dios permanece fiel y eficaz.
La figura de Abraham queda así configurada como modelo de fe que obedece incluso a costa de perder, y la de Dios como aquel que acoge al excluido, oye el llanto del niño, y abre caminos de vida en el desierto de la marginación.
Saludos
Luis Breña
Comentarios
Publicar un comentario